JESÚS NOS INVITA

El evangelio de esta semana nos habla de una INVITACIÓN. La que el Señor nos hace a cada uno de nosotros. 
Pero qué es eso. Una invitación. No una orden. Y por eso la podemos aceptar o rechazar. 
Pero la invitación de Jesús a cada uno de nosotros no es a un banquete. Es algo más. A colaborar en la construcción de su reino. Un Reino que necesita personas que transmitan con su vida los valores del Evangelio y ayuden a crear un mundo mejor. Y, por supuesto, todo ello en las comunidades cristianas que son los lugares por excelencia donde se vive, comparte y celebra la fe y desde donde se construye el Reino de Dios.

LA COMUNIDAD CRISTIANA NOS NECESITA

Y las comunidades cristianas necesitan que todos sus miembros se impliquen en ella. Y que algunos, en la medida de sus posibilidades asuman las responsabilidades que su buen funcionamiento exige. 
Durante años hemos oído la expresión “meterse a cura o a monja” aplicada a hombres y mujeres que dedicaban su vida de manera íntegra al servicio de la Comunidad Cristiana o de la expansión del mensaje de Jesús alrededor del mundo. El domingo que viene es el DOMUND y hablaremos específicamente de los misioneros.

Pero no podemos quedarnos solo en los curas y las monjas de antes. La sociedad hoy exige de manera urgente que los laicos asuman las responsabilidades de la Comunidad Cristiana. Estamos muy mal acostumbrados y nos parece que podemos sin más ir a la iglesia a la celebración de la eucaristía o a acceder a los sacramentos sin que ello nos exija nada más que eso: acudir. Y como mucho hacer un donativo en el momento de la colecta.

Pero la vida de una comunidad, si es una comunidad viva que realmente Acoge, Acompaña, Celebra y Comparte, exige mucho esfuerzo y dedicación. Y eso, es relativamente sencillo, si lo asumimos entre todos. Pero ciertamente lleva a la desaparición de las comunidades, si confiamos que los sacerdotes o personas consagradas, pueden mantenerlas. 

DECIR SÍ, ES DECIR: «AQUÍ ESTOY»

Por eso, es por lo que nos gustaría que sintieras hoy la invitación del Señor a colaborar de manera activa de las muchas maneras que es posible hacerlo en la comunidad. Y por eso precisamente, te hacemos una pregunta y nos atrevemos a hacerte una proposición.

La pregunta: ¿VAS A RECHAZAR LA INVITACIÓN?
La propuesta: ¡MÉTETE A LAICO!

Descubre cuál puede ser tu compromiso y servicio en la comunidad. 

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