Toma de posesión de Jaime Rosique como párroco
Muchas gracias por tus oraciones, las muestras de cariño y la acogida que he recibido estos meses que llevo en la parroquia sirviendo como vicario parroquial. Muchas gracias si pudiste venir a la Misa de ayer por la tarde, en la que recordábamos una fiesta muy especial para los Misioneros del Sagrado Corazón: la celebración litúrgica de los Beatos Mártires MSC de El Quiché, Guatemala. Tres sacerdotes y siete laicos que les ayudaban, dieron su vida por seguir a Jesús, por su compromiso con el Evangelio.
El Evangelio de su Misa es la necesidad de que el grano de trigo muera y caiga a tierra para que dé fruto. Su muerte trajo muchas vocaciones, trajo libertad al pueblo al que sirvieron y lo que era una misión de la Provincia Española creció hasta convertirse en Provincia. Esa misma actitud de morir a sí mismo, a renunciar a uno mismo, para poder dar fruto, la quiero intentar aplicar como párroco.
Ser todo para todos, para llegar a alguno.
El Evangelio del día de ayer, sin embargo, también es pertinente para el servicio que voy a realizar a partir de ahora. «Dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios». Por eso mismo sufrieron el martirio nuestros hermanos MSC, porque vieron la injusticia sufrida por el pueblo y quisieron remediarla, quisieron dar al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios. Como dijo uno de ellos cuando descubrió la realidad: «Un Padre Nuestro no les da de comer».
Dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios. La parroquia no es del párroco, es de la Comunidad parroquial a la que servimos y mi sacerdocio no es mío, es de Dios. Por lo tanto, quiero dar a todos vosotros lo que os pertenece y a Dios lo que le pertenece a Él. Yo sólo soy una vasija de barro que lleva dos tesoros para custodiar: a vosotros y a Dios.
Pido tus oraciones y te prometo las mías. No tengo oro, ni plata, pero te doy lo que tengo: mis ganas de trabajar con, por y para ti, mi disponibilidad, mi escucha y una puerta siempre abierta para ti.
Gracias por todo de corazón,
Jaime