Bajo este interrogante que nos planteó el Cardenal Carlos Amigo, el pasado martes 24 de abril en la Parroquia Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Madrid, tuvimos la ocasión de escuchar multitud de anécdotas, que nos hicieron reír, pero también comprender mejor la figura humana y el mandato divino que se esconde tras el Papa Francisco.
Después de recordarnos que todos los papas han sido criticados tras su elección, como en el caso de Pío XII, Benedicto XVI o Juan Pablo II, el Cardenal Amigo supo destacar el carisma especial de cada uno de ellos y demostrar que cada uno llevó a cabo cosas extraordinarias, a pesar de esos “peros” iniciales.
Porque el mensaje clave en la Historia de la Iglesia se repite desde su inicio: Dios envía el Papa que la Iglesia necesita en cada momento. Y el Papa Francisco resulta un Papa sorprendente que ha conseguido establecer un clima de diálogo entre las personas de distintas ideologías y culturas. Es un Papa cercano que habla de «cosas cotidianas» en Román paladino y con gran naturalidad. Que pone a Cristo en el centro y está lleno de misericordia. Ha conseguido cambiar la imagen externa de la Iglesia. Su papado se está caracterizando por la transparencia, pues Francisco quiere vivir a la vista de todos, sin espacios privados. Es un hombre bueno y justo, que sirve con honradez. Tanto es así que hasta los musulmanes se quieren apropiar de su figura, como resaltó el Cardenal Amigo al respecto de un comentario que realizó un musulmán refiriéndose al Papa Francisco: «Cuando una persona es justa y buena nos pertenece a todos».
Y terminó su encuentro llenándonos de esperanza, pues nos recordó tres cosas muy importantes. Primera, que la acción social de la Iglesia es excepcional: es la empresa que más empleo genera y se ocupa de refugiados, de ancianos sin asilos, leprosos, etc. Segunda, que quien diga que estamos en un momento malo de la iglesia es que no se ha leído dos páginas de la historia de la Iglesia. Y tercera y última que la Iglesias no está preocupada por el aplauso sino por ser fiel a Jesucristo. Y esta es la actitud del Papá, ser un ejemplo evangélico.