Nuestra Comunidad quiere ser verdadera Comunidad Cristiana.

Los rasgos de la auténtica Comunidad están en el evangelio y vida de las primeras Comunidades.

La actitud básica: compartir la fe, pero también la vida.

Celebrar y vivir el día del Señor, que tiene como centro “la mesa de la eucaristía”, elemento clave. Celebrar en Comunidad no es estar sentados cerca, ni compartir el mismo banco.

Empecemos por acogernos entre nosotros: saludarnos, conocernos, participar juntos, sentirnos Comunidad.

Acojamos, como si de en nuestra casa se tratara, a los que se acercan a nuestra Comunidad. Vienen, porque buscan algo. Ayudémosles a sentirse a gusto para encontrarlo.

Otros vienen a cosas concretas, tal vez burocráticas… Démosles, además, confianza y cariño. Otros pasan casualmente por nuestra iglesia. ¡Ojalá nuestra vida les llame la atención!

Hay personas en trance de abandonar la iglesia. Que nuestra actitud y cercanía les ayude a desistir.

Vamos a hacer de la acogida, signo de identidad de la Parroquia Nuestra Señora del Corazón. Podemos mirar dos ejemplos: Las primeras Comunidades cristianas y las familias unidas.

Una de las primeras tareas de una Comunidad Parroquial, debe ser acompañar a las personas en su SER Y SU CAMINAR COMO CRISTIANOS.

El DESPERTAR RELIGIOSO corresponde en primer lugar a la familia. Pero la Comunidad Parroquial, como Comunidad cristiana de referencia, debe arropar a la familia entera, y a los niños desde su bautismo.

La EUCARISTÍA, como centro de la vida eclesial y cristiana, es elemento clave. Por ello, la comunidad acompaña a los niños para llegar a participar en ella.

Estaremos entonces en camino para, en el momento adecuado, decidir personalmente APOSTAR POR CRISTO, esto es: CONFIRMAR nuestra opción de seguir a Jesús.

Y a partir de ahí, todos podremos crecer en Comunidad. Debemos pues ofrecer los medios para que todos tengan los CONOCIMIENTOS BÁSICOS para todo cristiano, y para compartir las vivencias y expresiones de nuestra fe.

Sólo así es posible crecer, al tiempo que construimos la COMUNIDAD CRISTIANA, lugar donde podemos vivir y compartir nuestra fe y profundizar en el evangelio. La Comunidad Parroquial alcanza así su pleno sentido.

Y si en la Comunidad Parroquial, el centro es CRISTO, no hay duda que tenemos una gran ayuda en la cercanía, acogedora y sanadora de nuestra patrona y madre: NUESTRA SEÑORA DEL SAGRADO CORAZÓN.

Celebrar la fe es hacerla viva entre nosotros y en el seno de la Iglesia de JESÚS.

Los SACRAMENTOS, son signos privilegiados en la Iglesia de la actuación de Dios.

En el BAUTISMO significamos la incorporación de nuestros hijos a la Iglesia en la Comunidad Cristiana que los acoge. Ofrecer a los padres una preparación adecuada y una celebración gozosa es una de las grandes responsabilidades de una Comunidad Parroquial.

“Celebrar el sacramento de la Reconciliación significa ser envueltos en un abrazo caluroso: es el abrazo de la infinita misericordia del Padre” (Papa Francisco, Audiencia general, 19- 02- 2014). La RECONCILIACION, tiene siempre un espacio en nuestra Comunidad.

Nadie duda de la centralidad e importancia clave de la Celebración de la EUCARISTÍA. Ella, como memorial de la Muerte y Resurrección del Señor Jesús da sentido a la Comunidad. Y al tiempo, da sentido pleno al DIA DEL SEÑOR. Día de gozo y familia. Más que “sentarnos en un banco a oír misa” podemos participar activamente y CELEBRAR.

Si formar una familia es ya algo grande, al querer hacerlo en el sacramento del MATRIMONIO, expresamos el deseo de que Dios bendiga y acompañe siempre esa familia. La Comunidad los acoge gozosa y les acompaña y ayuda en el proceso.

Y llegado el momento de PASAR de esta, vida terrenal A LOS BRAZOS amorosos del PADRE, la Comunidad también debe hacerse presente para compartir el dolor y alentar la esperanza. Y como cristianos, asociamos esas despedidas a la Muerte y Resurrección de Jesucristo. La UNCIÓN y los FUNERALES (Eucaristía), son los sacramentos que la Iglesia recogió de Jesús para estos momentos.

Lo podríamos llamar “Pastoral Social”. Pero se trata es de vivir el Mandamiento del Amor. “Quien dice que ama a Dios, a quien no ve, y no ama a su hermano, es un mentiroso” (I Jn 4,20)

CÁRITAS PARROQUIAL presta servicios a los necesitados, en nombre de la Comunidad Parroquial. Y tiene como rasgo distintivo la ATENCIÓN A LOS INMIGRANTES: ACOGER, PROTEGER, PROMOVER E INSERTAR es la labor. Darles cobijo y lograrles un trabajo que les permita integrarse en nuestra sociedad, es nuestro objetivo.

 

En el barrio hay personas mayores que viven solas. Ofrecerles compañía parece una bonita labor. A través de VECINOS Y AMIGOS hay personas de la Comunidad dispuestas a prestar este servicio. Incluso para que puedan desplazarse con seguridad a la iglesia.

Este año iniciamos una actividad que llamamos VOLUNTARIADO JOVEN. Aunque hacemos una llamada especial a los más jóvenes, se dirige a toda la Comunidad. Ofrecemos distintas actividades; visita a hospitales, residencias, acompañamiento a discapacitados… Unos pueden dedicar más tiempo, otros tal vez sólo pueden dos horas a la semana o quincenalmente.

Con EXPERIENCIA MISIONERA queremos responder a la dimensión Misionera de toda Comunidad cristiana. Principalmente, no en exclusiva, vamos a estrechar lazos con la parroquia S. Luis Mariona (El Salvador). Además de ir a compartir en verano, podemos ofrecerles otras ayudas.

También, el testimonio del amor, se hace realidad, cada vez que alguien, en nombre de la Comunidad Parroquial, visita y presta servicios religiosos o humanos a los ENFERMOS y ANCIANOS de nuestro entorno.

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